MarínRamosLa particular magia y fantasía de Marín Ramos, afloran cuando vemos el aspecto de borrón, que en una primera impresión adquieren sus pinturas, para luego poco a poco, adquirir confusas formas y finalmente captar las figuras detalladamente, con un sentido del movimiento tal, que parecen llenas de vida, como si realmente corriesen, bailasen o hablasen.

Esa manera de acercarse a la pintura, es la afirmación en un tipo de pintura tan valiente como original, goyesca sin conocer aún a Goya  y relacionable con la sutileza de Carrière –también sin conocerlo– y su ensoñadora bruma. Y hasta con Rembrandt y Brangwyn se asocia el peculiar arte de Marín Ramos. Arte que refleja con certeza la esencia de Andalucía, la Andalucía mística y pagana al mismo tiempo, Andalucía sensual y romántica, centrándose sobre todo en las danzarinas, o sea, las «bailaoras de tablao».

Tras su nacimiento, el 3 de febrero de 1873,  en el pueblo sevillano de Sanlúcar la Mayor, vino una infancia que  tuvo algo de fantasiosa, de acuerdo con el aura –un tanto legendaria– que rodea a los años iniciales de su vida cuando acompañaba con su voz, el acordeón y la guitarra, a los bailes caseros de sevillanas y posteriormente, a su manera autodidácta de acercarse al dibujo y a la pintura.

Eustaquio Marín Ramos fallece en 1959. Conocemos su imagen, gracias al retrato que le hizo el pintor José Villegas en 1900, con dedicatoria incluida, que guarda el Museo de Huelva (óleo/lienzo), firmado, fechado y dedicado: «A mi querido amigo / Eustaquio Marín / en recuerdo del corto tiempo que hemos / pasado juntos en la / casa de Pilatos / Sevilla / Septiembre 1900 / Villegas».

Langerarte tiene a la venta dos obras  del autor: Bailarina y Paisaje con figura, en la que apreciamos la originalidad de su obra.